Desde hace 25 años, Mauro Congedo encuentra y repara pequeños tesoros arquitectónicos en Salento, una península al sureste de Italia. “Las cosas vuelven a marchar bien”, cuenta este arquitecto de 50 años. Los apartamentos y casas que Congedo repara tienen interesados en Alemania e Inglaterra. Durante la pandemia del coronavirus, el negocio quedó totalmente paralizado. Pero lo que ocurrió después en Italia fue “una locura”, señala.
Si bien antes de la pandemia los gobiernos italianos estaban habituados a entregar malas previsiones de crecimiento, actualmente el país se está convirtiendo en el motor de Europa. En el último trimestre, la economía de Italia creció 0,6 por ciento, mientras que la alemana se contrajo 0,3 por ciento en el mismo período.
Incluso si se mira más allá, los números acompañan a la tercera economía del continente. “Desde 2019, Italia ha crecido 3,8 por ciento”, dice a DW Jörg Krämer, economista jefe del Commerzbank. Esto es “el doble que la economía francesa y cinco veces más que la alemana”, explica.
En Alemania, en cambio, las perspectivas son más sombrías. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) prevé un crecimiento en 2024 de 0,3 por ciento para Alemania, mientras que los principales expertos esperan solo 0,1 por ciento este año. Según la OCDE, Italia crecerá en 2024 un 0,7 por ciento.
Aumenta la confianza en Meloni
Los economistas reaccionaron con cautela cuando Giorgia Meloni asumió como primera ministra en el otoño de 2022. La jefa ultraderechista de gobierno anunció entonces un rumbo económico “made in Italy”. Después de su elección, el semanario alemán Stern la definió como “la mujer más peligrosa de Europa”. Pero en términos económicos, Meloni ha seguido el mismo camino que su predecesor Mario Draghi.
Esto ha dado frutos para Italia, al menos en el mercado de bonos. El tipo de interés al que Italia pide dinero prestado ha vuelto al nivel que tenía antes de que Meloni asumiera. En una conferencia de prensa a comienzos de año, Meloni intentó atribuirse el mérito del repunte. En su opinión, la inestabilidad política del pasado había ralentizado la economía. ¿Cuánto de este éxito puede atribuirse a ella?
“Poco”, dice Krämer. “El fuerte crecimiento puede explicarse bien por la laxa política fiscal italiana”, apunta el experto. Es decir, el crecimiento italiano se basa principalmente en nueva deuda. Antes de la pandemia del coronavirus, la nueva deuda era 1,5 por ciento del PIB italiano. En el primer semestre de 2023, ese número había aumentado hasta 8,3 por ciento.
La deuda estatal también está creciendo. En enero, una estimación de la Comisión Europea apuntó a que en 2024 la deuda italiana superaría el 140 % del PIB, y que seguirá aumentando en 2025. A modo de comparación, en Alemania esa cifra ronda el 66 %.
Gigantesco programa de construcción
Desde finales de 2020, el Estado italiano ha impulsado proyectos de mejora de viviendas. Uno de los más populares es el llamado “Superbonus 110″ para renovaciones energéticamente eficientes: quien renueve su domicilio para hacerlo más eficiente en términos de uso de la energía, recibirá un bono que le reembolsará todo el gasto, más 10 por ciento a través de una carga fiscal reducida que puede extenderse por varios años. “Podrá imaginar cuánto han aumentado las inversiones en construcción”, dice Krämer. “Este efecto explica dos tercios del crecimiento que estamos viendo”, apunta.
Congedo no está especialmente entusiasmado con este superbono. Dice que todo está ahora más caro. “Si el Estado paga todo, entonces a la gente le da lo mismo cuán cara salga la cuenta”, dice. Él estima que el bono para renovar los edificios es bueno, pero piensa que los propietarios también deberían aportar algo y no recibir todo del Estado. Sobre Meloni tiene poco que decir. Valora, sí, que el superbono ya esté acabando. La líder ultraderechista lo ha ido rebajando. En 2023, el Estado reembolsaba 70 % de los costos. En 2024, ese total bajará a 65 %.
Los costos asociados a este bono lastrarán significativamente los ingresos del Estado en los próximos años. Por eso, es muy conveniente para Roma que miles de millones de euros fluyan desde Bruselas dentro del marco del Fondo Europeo de Reconstrucción del Coronavirus. Hasta 2023, serán casi 200 mil millones de euros en forma de subvenciones y préstamos. “El Estado italiano debe reducir su altísimo déficit presupuestario. Una vez que comience a ahorrar, el milagro económico seguramente terminará, porque estos años no se han aprovechado para realizar reformas estructurales”, dice Krämer.