Hartos de la implacable violencia de los cárteles de las drogas, grupos de civiles tomaron las armas en 2013 en zonas rurales de México para poner fin al espiral de muertes al que contribuyen gánsteres y políticos corruptos.
Muchas voces en América Latina advirtieron sobre el fracaso de políticas puramente represivas contra el narcotráfico y en la otra punta del continente Uruguay cambió de strategia y legalizó la producción y venta de la marihuana.
A escala mundial, el comsumo de nuevas drogas de diseño aumenta de forma galopante entre los jóvenes.
Sólo en el sudeste de Asia fue incautada la cifra récord de 227 millones de pastillas de metanfetamina, según cifras de Naciones Unidas.
El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, que en diciembre cumplió un año en el poder, se comprometió a reducir la violencia que provocó al menos 70.000 muertos durante la guerra contra las drogas lanzada por su predecesor Felipe Calderón (2006-2012).
Pero mientras el gobierno dice que el número de asesinatos se ha reducido, el número de secuestros y extorsiones se ha disparado.
La incapacidad o falta de voluntad de la policía mexicana para detener a las bandas impulsó a agricultores que viven en las montañas de los estados de Guerrero (sur) y Michoacán (oeste) a organizarse en grupos armados que denominaron "autodefensas".
Ante el aumento de los disturbios en Michoacán en mayo, Peña Nieto desplegó miles de soldados en ese estado, continuando con la política de Calderón de utilizar al ejército para reprimir a los narcotraficantes.
Pero las "autodefensas", que luchan contra el cártel pseudorreligioso de Los Caballeros Templarios, han prometido continuar con su expansión, haciendo caso omiso de las advertencias del gobierno.
El presidente mexicano se anotó en cambio una importante victoria cuando sus tropas capturaron a Miguel Ángel Treviño Morales, el líder del ultraviolento cártel Los Zetas.
La detención de "Z- 40" en julio generó la esperanza de que las escenas más horribles de violencia desaparecieran, pero aún está por verse si Los Zetas -un cártel conocido por decapitar a sus rivales y disolver sus cadáveres en ácido- están de salida.
Pero ese golpe se vio ensombrecido cuando un tribunal regional ordenó repentinamente la liberación del capo Rafael Caro Quintero, quien salió de la cárcel la noche del 9 de agosto y hasta la fecha nadie sabe cuál es su paradero.
A Caro Quintero le faltaban purgar doce de los 40 años años de cárcel a los que había sido condenado en 1985 tras ser declarado culpable del secuestro, tortura y asesinato de un agente estadounidense y de su piloto mexicano.
Su liberación provocó el malestar del gobierno de Estados Unidos.
El hecho de no romper el ciclo de la violencia, el tráfico y el consumo ha provocado un debate sobre la dirección de la guerra contra las drogas.
Un informe de la Organización de los Estados Americanos (OEA) publicado en mayo propone contemplar la posibilidad de la legalización de la marihuana en la región, una medida apoyada por el expresidente Vicente Fox (2000-2006).
Hasta ahora, Uruguay es el país que ha dado el paso más audaz con la aprobación final esta semana en el Senado de un proyecto de ley que autoriza la producción, distribución y venta de cannabis bajo control estatal.
"La guerra contra las drogas ha fracasado", dijo Roberto Conde, senador del partido gobernante izquierdista Frente Amplio.
Los estados de Washington y Colorado de Estados Unidos votaron el año pasado para permitir el consumo de la marihuana recreativa, medidas que elevaron las preocupaciones en México, país con el que comparte más de 3.000 km de frontera.
"Esto envía un mensaje muy malo para los países presionados para tomar medidas más agresivas contra los traficantes", dijo a la AFP Mike Vigil, exjefe de operaciones internacionales de la agencia antidrogas de Estados Unidos.
El replanteamiento sobre la guerra contra las drogas ha llegado a Marruecos, donde los legisladores iniciaron la semana pasada un debate sin precedentes sobre la legalización del cannabis para fines médicos e industriales.
El papa Francisco intervino en la discusión durante una visita a Brasil en julio, cuando dijo que "no es la liberalización del consumo de drogas (...) lo que podrá reducir la propagación y la influencia de la dependencia química. Es preciso afrontar los problemas que están en la base del consumo".
Un estudio del experto Evan Wood, de la Iniciativa de Investigación en Salud Urbana de Vancouver, Canadá, difundido en septiembre, llegó a la conclusión de que la guerra global contra la heroína, la cocaína y el cannabis ha fracasado en frenar la oferta, debido a que los precios de la droga se han desplomado y los ataques han aumentado.
Los investigadores analizaron los datos de los programas financiados por el gobierno, que realiza un seguimiento del mercado de la droga ilegal durante más de una década en Estados Unidos, Europa y Australia.
"Estos resultados sugieren que la expansión de los esfuerzos en controlar el mercado mundial de las drogas ilegales están fallando", indicó el estudio.