Cerca de un centenar de muertos en una ciudad durante el alba y a manos de una milicia pertrechada con armamento pesado y ligero a lomos de pick-ups ha activado los resortes de la ONU para dar luz verde a que Francia intervenga en la República Centroafricana (RCA), país sumido en el caos desde el golpe militar del pasado 24 de marzo. “La situación es tensa, la cuidad de Bangui [capital] ha estado desierta durante todo el día”, explica en un intercambio de correos el padre Jaime Moreno, del Servicio Jesuita para los Refugiados. “Pero lo que ahora estoy oyendo”, continúa, “son tiros de armas automáticas”.
Las fuerzas militares dirigidas por el presidente Michel Djotodia, acampado en una colina a las afueras de Bangui, trataron de calmar las aguas, mientras algunos de sus otrora milicianos las removían. “Muchas personas han ido a refugiarse a las parroquias”, prosigue en su relato Moreno, “porque la noche se aprovecha para robar, violar y matar”. Y frenar esa espiral salvaje es el objetivo del contingente francés listo para intervenir desde Bangui, en el suroeste del país, hacia las abandonadas poblaciones del norte.
Los 15 miembros del Consejo de Seguridad de la ONU dieron ayer su visto bueno a París para que amplíe el número de soldados destinados a la zona —muchos de ellos, a la espera en el vecino Gabón— con el objetivo de proteger a los civiles mediante la fuerza. En cifras: los franceses cuentan ya con unos 600 militares en el terreno, 250 de ellos patrullando las calles de la capital centroafricana. El compromiso adquirido por el presidente François Hollande doblará el número de soldados en la zona. Estos engordarán la misión de la Unión Africana (Misca) que cuenta con unos 2.500 hombres y que también crecerá en alrededor de un millar.
Los que han asaltado Bangui respiran ya fuera de la capital bajo el nombre de antibalaka (antimachete, en sango, lengua nacional). Son las milicias de autodefensa cristianas opuestas a la llegada al poder de Djotodia, musulmán al frente de la guerrilla que en marzo hizo saltar por los aires el Gobierno de François Bozizé. Los dos cerraron un acuerdo de convivencia en 2007 que no llegó a buen puerto. Djotodia tomó primero el poder acompañado de los rebeldes de la Seleka (alianza), junto a mercenarios chadianos y sudaneses y, luego, decidió prohibir la guerrilla para establecer un calendario electoral que prevé comicios generales a principios de 2015.
La paradoja que alimenta la violencia sectaria está en que la mayoría de la población profesa el cristianismo, mientras solo un 15% sigue el islam. La archidiócesis de Bangui ha informado en un comunicado que miles de personas se han refugiado en las diferentes parroquias de la capital centroafricana. El responsable de la archidiócesis, Abbé Dieu-Béni, firmante de la nota, ha denunciado que algunas iglesias, como la de Notre Dame d'Afrique han sido objeto directo de ataques de los ex milicianos de la Seleka.