El Procurador Jesús Murillo Karam informó que los elementos del Ejército mexicano implicados en el caso de Tlatlaya asesinaron a los 22 presuntos delincuentes con los que se enfrentaron en el poblado de San Pedro Limón con las armas que ellos portaban, hecho por el cual las armas fueron encontradas sobrepuestas. “Cuando les disparan [a los civiles], les disparan con las armas de los muertos [...] fueron ocho los militares que estuvieron ahí”, dijo el titular de la Procuraduría General de la República (PGR) en entrevista para la Primera Emisión de MVS Noticias con Carmen Aristegui. Explicó que la investigación del caso inició porque la Secretaria de la Defensa Nacional (Sedena) le informó que se habían violado protocolos. “La primer información me la dio el Ejército, que se habían violado protocolos y que iniciaban ellos una investigación”, dijo Murillo Karam quien refirió que esto no fue dado a conocer en su momento para no entorpecer las investigaciones. El Procurador dijo que el testimonio de “Julia” no coincide con el que dio a la revista Esquire. ”No podemos actuar en función de lo que publica un periodista”, comentó el funcionario federal. Dijo que los militares detenidos están sancionados en lo que compete a la disciplina militar, tres de ellos por homicidio y uno por encubrimiento. Indicó que s los militares consignados no pudo mandarlos “a una prisión porque pondría en riesgo sus vidas”. Murillo Karam precisó que en Tlatlaya solo había 8 elementos del ejército y eran 22 miembros de la banda de secuestradores y 25 con las mujeres. El pasado primero de octubre, el titular de la PGR informó que los combates armados entre civiles y militares duró ocho y diez minutos. Después, dijo, tres soldados del batallón 102 ingresaron a la bodega donde se escondían los presuntos criminales y “realizaron una secuencia nueva de disparos que no tienen justificación alguna”. Una semana antes, la Sedena informó que al menos ocho militares, entre ellos un oficial, declararon ante un juzgado militar sobre la muerte de 22 personas en Tlatlaya, Estado de México, independientemente de la investigación de la Procuraduría General de la República (PGR). Por medio de un comunicado de prensa, el Ejército informó que los ocho militares fueron detenidos por su presunta responsabilidad en la comisión de los delitos en contra de la disciplina militar, desobediencia e infracción de deberes en el caso del oficial, e infracción de deberes en el caso del personal de tropa. “Estas acciones las realiza la Procuraduría General de Justicia Militar, por su presunta responsabilidad en la comisión de los delitos en contra de la disciplina militar, desobediencia e infracción de deberes en el caso del oficial, e infracción de deberes en el caso del personal de tropa; independientemente de las investigaciones que llevan a cabo las autoridades civiles conforme a su competencia en el referido acontecimiento”, dijo el documento. La revista Esquire reportó que el pasado 30 de junio, elementos del Ejército Mexicano mataron a 22 presuntos delincuentes, 21 hombres y una mujer menor de edad, en una bodega ubicada a un kilómetro de la comunidad rural de San Pedro Limón, en el municipio de Tlatlaya, Estado de México, casi en el límite con Guerrero. La versión oficial, emitida ese mismo día por la Secretaria de la Defensa Nacional (Sedena), afirmó que los delincuentes atacaron primero a los militares que patrullaban la zona, que hubo un enfrentamiento entre ambos bandos y que los miembros del ejército mataron a todos. Incluso el Gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila Villegas, dijo el 1 de julio que “el ejército en legítima defensa abatió a los delincuentes”. Sin embargo, dos meses más tarde, Julia —su nombre no es el real—, una testigo presencial del suceso, declaró que fueron los soldados quienes dispararon primero y que los presuntos delincuentes respondieron, que sólo uno de los jóvenes murió en el enfrentamiento y que los demás se rindieron. En las horas siguientes, afirma Julia, los soldados interrogaron a los 21 supervivientes y luego los mataron. Después de la muerte de los 22, reporteros de AP visitaron y tomaron fotos de la bodega donde fueron encontrados los cuerpos y encontraron poca evidencia de que hubiera ocurrido un prolongado tiroteo. Había pocas marcas de disparos y ningún casquillo. Al menos en cinco lugares de las paredes interiores aparecía un mismo patrón: una o dos marcas de balas rodeadas por un salpullido de sangre, lo que da la apariencia de que algunos de los muertos fueron puestos de pie, arrinconados contra la pared, al momento de recibir uno o dos tiros, precisos, a la altura del pecho. Después de la historia de la agencia de noticias, la Procuraduría General de Justicia (PGR) emitió un comunicado en el que aseguró que “no tiene indicio alguno sobre una posible ejecución” y que encontró elementos balísticos de que efectivamente hubo un fuego cruzado.
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