Con la llegada de la Semana Santa y el arribo de turismo a Cancún, se multiplican las extorsiones económicas por parte de elementos de Tránsito a cambio de no levantar la infracción correspondiente en los operativos de radar que se llevan a cabo sobre la avenida López Portillo en sus dos sentidos, independientemente de los incautos que “cazan” en sus recorridos por la ciudad.
En puntos específicos, generalmente detrás de un árbol o en mitad de una curva, los elementos de Tránsito se mantienen a la expectativa como chacales esperando a su presa.
Se sirven con la cuchara grande los elementos de la corporación es en las calles y avenidas de la ciudad; aquí no hay argumento, cuando un conductor es detenido por una patrullero o motociclista de Tránsito, ya sabe que junto a su documentación y la del vehículo debe llevar un billete por lo menos de 200 pesos.
Los retenes de la carretera a Mérida se instalaron el domingo desde las ocho de la mañana tanto en los carriles de entrada como de salida y aunque se pudo observar que los agentes levantaban alguna que otra boleta de infracción, la mayor parte de los vehículos no demoraban más de cinco minutos orillados en el acotamiento, lapso insuficiente como para realizar todo el trámite que conlleva la boleta.
A la par de los operativos de radar, en distintos puntos de la ciudad se implementaron operativos enfocados exclusivamente a revisar la documentación de los motociclistas y quien carecía de licencia de manejo o de tarjeta de circulación era invitado a dejar su máquina, prontamente encaramada a la grúa que esperaba, mientras que el conductor y acompañante, en su caso, se veían obligados a abordar un camión, taxi o simplemente caminar, si es que su destino no quedaba lejos del punto de revisión.
Lo que parece absurdo a muchos conductores, especialmente turistas que vienen a disfrutar sus vacaciones en el destino, es que sobre el tramo de la López Portillo que entronca con la carretera federal el límite de velocidad sea de 60 kilómetros por hora cuando las características permitirían un límite promedio de 80 kilómetros por hora, al menos hasta el punto donde comienzan las zonas habitacionales.
Jesús Angulo Ramírez, turista del Estado de México cuya camioneta fue detenida en el retén y “obsequiado” como primera impresión del destino con una boleta de infracción, expresó que tal parece que los encargados de instalar los señalamientos que marcan el límite de velocidad lo hicieron con todo el dolo del mundo.
“Vienes por la carretera federal a 80 ó 90 kilómetros por hora y de repente le tienes que bajar por la curva, me dice el oficial que hay un señalamiento de 60 pero no lo vi porque está muy escondido, doblo la curva y veo una carretera de tres carriles y por lógica yo pienso que circular a 80 kilómetros es buena velocidad, pero me paran los agentes y me ensartan la multa, así, no más, ni un llamado de atención, ni una advertencia, nada, creo que no se vale”.
Mientras que Juan Carlos Robles, radicado en Cancún, manifestó que “los tránsitos no hacen bien su trabajo, están más para pegar mordidas que para cumplir con su obligación y de hecho, algunos de los que están en las patrullas parece que están durmiendo, pero bien que despiertan a la hora de extorsionar a los conductores”.