Nelson Mandela, el primer presidente negro de Sudáfrica y el hombre clave para acabar con el régimen racista del apartheid, por el que una minoría blanca dominó durante décadas a sus compatriotas, ha fallecido a los 95 años en su casa de Johanesburgo, según ha confirmado el presidente surafricano Jacob Zuma. La salud de Madiba, como cariñosamente era conocido por su pertenencia a la etnia xhosa, era frágil hacía tiempo. Durante los últimos dos años tuvo que ser hospitalizado en cinco ocasiones, la última por una infección pulmonar, el pasado 8 de junio, un problema que ha arrastrado su salud desde los tiempos de confinamiento en la prisión de la isla de Robben.
Desde su última hospitalización y tras conocer la gravedad de su estado de salud, las calles de Sudáfrica han rezado por su vida, aunque también ha habido voces, como la del diario sudafricano Sunday Times, que han pedido que dejen descansar al expresidente. Las últimas imágenes ofrecidas del nonagenario fueron captadas en abril de este año, poco después de recibir el alta del hospital. El presidente Zuma acudió a su hogar para visitarle, pero la instantánea que resultó de aquel encuentro mostró a un Mandela ausente, serio, delgado y débil. La visita provocó fuertes críticas contra el propio Zuma por la escena que dejó entre los sudafricanos.
A su vera en todo momento en esta última hospitalización ha estado su esposa, Graça Machel, que en una nota agradeció el pasado 17 de junio, ante las buenas noticias que llegaban desde la habitación de Madiba, los “miles” de mensajes “de amor, consuelo y esperanza”.
El pasado 23 de junio, la presidencia del país, en un comunicado firmado por el jefe de Estado, Jacob Zuma, informó de que empeoraba, de que su condición pasaba a ser "crítica". "Está en buenas manos", manifestó Zuma. Madiba no ha podido superar los problemas pulmonares.
Con Mandela desaparece una de las grandes figuras políticas del siglo XX. Su elección como presidente en las primeras elecciones multirraciales, celebradas el 27 de abril de 1994, fue la culminación de una trayectoria que empezó en las juventudes del partido Congreso Nacional Africano. Condenado a cadena perpetua en 1962 por su lucha contra el apartheid, pasó 27 años encarcelado, la mayoría en el penal de la isla de Robben, donde era el preso 46664.
El mundo sometió a la Sudáfrica blanca al boicot, las sanciones y el aislamiento internacional a causa de la política de segregación racial. Durante sus últimos años entre rejas, negoció en secreto con el presidente Frederik de Klerk el fin del sistema de apartheid y una vez libre retomó el liderazgo de su partido, que fue legalizado como otras organizaciones que habían luchado contra el régimen. Ambos políticos recibieron el Nobel de la Paz en 1993. Tras un único mandato de cinco años como presidente, se retiró de la política.