Después de Navidad, cuando les sugerí a tres amigos que fuéramos a ver ‘El lobo de Wall Street', la única mujer en el grupo, se negó. No se oponía al tratamiento que hacía la película de su género, de su incesante lenguaje sucio, o de su sexo explícito, todo lo cual ha sido ampliamente analizado. Su objeción: No quería dar nada de dinero (ni siquiera una diminuta porción de su boleto de 12 dólares) a Jordan Belfort, quien escribió el libro que inspiró la película.
Odiaba la idea de que Belfort se hizo rico estafando clientes, fue a la cárcel por ello, y ahora está de nuevo haciendo dinero al vender la historia de cómo lo hizo. (De hecho, Belfort está obligado a desembolsar más de la mitad de lo que gana por la película a las víctimas de sus crímenes).
En las pocas semanas desde que ‘El lobo de Wall Street' llegó a los cines, los periodistas y los críticos han inundado la web con artículos sobre si la película condena lo suficiente las acciones de Belfort, o si irresponsablemente nos invita a celebrarlas.
El protagonista de la película Leonardo DiCaprio recibió este jueves 15 de enero una nominación a los premios Oscar por su actuación en la película.
Sin embargo, la ironía es que la película de Martin Scorsese en realidad no cuenta con exactitud la historia de cómo Belfort acabó en la cárcel. Destina muy poco de sus tres horas de duración a hablar sobre qué hacía ilegalmente. En ese sentido, y contrariamente a como luce en los adelantos, no es tanto una película comercial.
Cuando ‘El lobo de Wall Street' inicia, vemos un montaje ostentoso del botín de la riqueza rápida: una mansión gigante, yates opulentos y Leonardo DiCaprio, como Belfort, acelerando a toda velocidad en su convertible mientras su esposa-trofeo, lo atiende. Luego retrocedemos. Vemos a Belfort en un trabajo como corredor de bolsa en Rothschild, del que lo despiden por un recorte de personal y encuentra un trabajo en Long Island con un grupo que vende acciones muy baratas llamado Investors Center.
En esos periodos obtenemos los únicos atisbos en la película de Belfort haciendo negocios: lo vemos hablar rápidamente, vendiendo a algunos tontos un montón de participaciones de una acción no nombrada que viene con una comisión del 50% para el intermediario. Lo vemos entrenado a colegas sobre cómo hacerlo.
Para el momento en que Stratton Oakmont se muda fuera del garaje hacia oficinas reales, la película prácticamente ha terminado de mostrarnos la mecánica de cómo Belfort se hizo rico. Está interesada sólo en la extravagancia de su riqueza.
‘El Lobo de Wall Street' te hace pensar que los nuevos empleados eran conducidos directamente al cuarto de atrás para tener acceso a drogas y prostitutas sin tener que ganar dinero. Ésta es una película sobre un adicto a las drogas. Es una película para la cual, apropiadamente, la actriz principal tuvo que zamparse tres tragos de tequila antes de rodar una gran escena.
Lo que hacía realmente en Stratton Oakmont era muy simple, una variación de lo que muchos llaman pump and dump. Stratton impulsa acciones baratas entre inversores inconscientes para presionar el precio hacia arriba, y luego vende sus propias participaciones y cosecha los beneficios. Si no conoces estas actividades, no aprenderás nada sobre ellas en esta película más allá de los guiones de argumentos de venta que Belfort creaba.
La versión cinematográfica de Belfort comienza explicando algunas de sus maquinaciones directamente a la cámara sólo para interrumpirse a sí mismo y decir: "Pero a ti no te importa nada de esto. Todo lo que importa es si hemos conseguido un montón de dinero". Nunca vemos a Belfort o a su gente vendiendo acciones como locos. (Lo hacen muy tarde en la película con la acción de Steve Madden que volvieron pública; y eso es todo).
‘El lobo de Wall Street' no se trata más de Wall Street que lo que Blow trata acerca de cocaína. (‘Wall Street' y ‘Too big to fail' sí son películas sobre Wall Street). Es un retrato de un hombre que se vuelve absolutamente loco en su riqueza: con drogas, drogas, sexo y más drogas. El título y la comercialización de la película han sido a menudo engañosas: No se trata de un estafador de valores que derrota al mercado, sino de un tipo que se vuelve rápidamente complaciente gracias a haber conseguido un montón de dinero en un corto periodo de tiempo.
En esta película, Jordan Belfort podría haber sido un hombre joven de la mafia como el drogado Christopher Moltisanti de Los Soprano. Las preguntas sobre si la película aprueba o condena los crímenes financieros de Belfort no tienen sentido porque la película no los aborda. Como prueba de esa indiferencia, sólo hace falta ver un extraño video testimonial que DiCaprio grabó para Belfort en agosto: "Jordan se erige como un ejemplo brillante de las cualidades transformadoras de la ambición y el trabajo duro", dice. Ambición, está bien. De alguna manera, la parte de trabajo duro se quedó fuera de la película.
Un título más apropiado para la película (y el libro) habría sido ‘El lobo de la Metacualona'. (Además, Danny Porush, en quien está basado cuales el personaje de Jonah Hill, Donnie Azoff, dijo a Mother Jones que no recuerda que nadie llamara a Belfort un lobo, y el perfil de Forbes del verdadero Belfort -a diferencia de lo representado en la película- no usa ese apodo en absoluto).
Además de los clásicos ya conocidos, como ‘Barbarians at the Gate' y ‘Pirates de Silicon Valley', hay otras películas modernas que dan a los espectadores una gran mirada a los negocios reales. ‘In Good Company', de 2004, se trata sobre un buen chico que era vendedor de anuncios impresos para Sports America, que de repente tiene que responder a una llamativa demanda cuando la pequeña compañía de medios es comprada por Globecom.
La película de 2006 de Will Smith ‘En busca de la felicidad' también es una película de negocios legítima. Basada en un corredor de Bolsa, también está basada en una historia real: Cuando Chris Gardner consigue una pasantía en Dean Witter vemos largas escenas de Gardner trabajando sin parar para hacer ventas a los clientes de cualquier manera posible: por teléfono, en persona, en un partido de los 49s. Incluso la épica película de P.T. Anderson de 2007, ‘There Will Be Blood' está más interesada en la mecánica de cómo construir un negocio que Wolf. Daniel Plainview, interpretado por Daniel Day-Lewis construye su imperio petrolero una ciudad a la vez, y eso le cuesta todo: al final es un asesino miserable que se queda solo en su casa gigante, acostado en el piso de su pista de boliche, llamando a gritos a su mayordomo. ‘Up in the Air', acerca de un asesor de recortes empresariales, dedica grandes cantidades de tiempo de pantalla a la cruda realidad del trabajo de su protagonista de despedir gente y es sensible a las pérdidas humanas.
Digan lo que quieran acerca de ‘El lobo de Wall Street' y de su celebración del exceso, simplemente no vayan al cine en busca de una historia de la codicia en Wall Street y de los malos comportamientos en las empresas. La película es bastante fiel al libro de Belfort, que también se enfoca más en la riqueza que en cómo la consiguió. No es casualidad que la frase penny stock (acciones muy baratas) aparezca en el libro sólo ocho veces. "Coca", unas 50 veces.