Cancún y la Riviera Maya se separaron por unos momentos. Todo comenzó en horas de la madrugada. Y fue en el kilómetro 307 de la carretera Cancún-Playa del Carmen. A partir de ese instante la vía comercial, turística, laboral y empresarial entre Cancún y la Riviera Maya se colapsó de forma estrepitosa.
Y es que en medio de la madrugada en la principal vía de acceso del corredor turístico más importante del país se abrió un socavón o hundimiento de la carretera, lo cual generaría que para turistas, trabajadores, empresarios y personas que día a día transitan por esa arteria, el jueves pasara lentamente.
De manera oficial, las autoridades federales (Policía Federal y la Secretaría de Comunicaciones y Transportes) reportaron el hundimiento de la carretera.
Se trataba de un hundimiento de carretera. Es decir, un colapso del concreto en carriles de ida y venida. Un problema serio. Sobre todo en oradse la mañana.
De hecho, el caos sobrevino después de las 10 am, donde la carga vehicular comenzó a incrementarse de manera significativa. El pasar de Cancún a Playa y viceversa se volvió una osadía, toda vez que las autoridades lograron crear una “brecha” donde el paso se daba bajo el método de goteo, el cual significa auto por auto.
A las 10 de la mañana la fila de autos era de 100 unidades aproximadamente. Para las 11 de la mañana el número se triplicó hasta alcanzar más de 400. Para el medio día la fila alcanzaba más de mil autos.
Es necesario recorrer un kilómetro y medio a pie para llegar al punto exacto del socavón: el kilómetro 307. Ahí las imágenes eran elocuentes. La carretera partida a la mitad, en la parte del carril rumbo a Playa del Carmen y desplomada por lo menos 3 metros en el carril hacia Cancún.
Así, en poco tiempo el corredor turístico más importante en el Caribe mexicano se convirtió en un estacionamiento temporal.
Los automovilistas apagaron el motor de sus autos, en señal de espera, pues transcurrían entre 50 minutos y hora y media para poder avanzar apenas unos cuantos metros dentro de la fila que parecía interminable.
Hubo casos donde las unidades turísticas bajaron a sus pasajeros, turistas que se preguntaban qué ocurría y cuyos rostros eran de asombro e incertidumbre, pues muchos de ellos se dirigían hacia sus hoteles para iniciar vacaciones.
En la radio de algunos automóviles se escuchaba total desinformación. Por ejemplo una estación relacionada con el color del mar anunciaba a través de dos locutores que el paso de Cancún a Puerto Morelos había sido completamente cerrado por la Policía Federal, lo cual no era cierto.
En tanto la fila de autos crecía conforme pasaban los minutos. La desesperación comenzaba a ser parte de todos los que se aglomeraban en el paso donde ocurrió el hundimiento de la carretera.
En ese colapso surgían varias versiones relacionadas con los hechos, tales como “fue la apertura de un cenote”, “una fuga de Aguakan provocó el hundimiento”. “Fue un temblor lo que originó el socavón”.
Nada de eso fue cierto. En realidad se trató de un movimiento hidrológico – versión dada a conocer de forma oficial por la SCT en el lugar de los hechos – lo que originó que la actividad diaria entre Cancún y Playa del Carmen se trastocara de forma abrupta e inusual.
Muchos funcionarios, pocos trabajadores
En el kilómetro 307 se establecieron trabajos de emergencia por lo sucedido. Dos tractores llevados por el personal de la SCT comenzaron el levantamiento de rocas dentro del hundimiento.
Por su parte el personal de la Policía Federal estableció el operativo carrusel para que en la vía alterna construida, se diera el paso de 10 vehículos de ida y 10 de vuelta para mantener, en la medida posible, la circulación vehicular.
A su vez, elementos del 64 Batallón del Ejército Mexicano del destacamento en Cancún, activó el Plan DN3 el cual se da en caso de contingencia. Los militares acordonaron el área mientras se daban los trabajos de la maquinaria pesada.
También hubo la necesidad de solicitar la presencia del personal de telefonía y de cablevisión para elevar hasta un metro los cables de los postes de alumbrado y servicios públicos.
En la zona donde ocurrió el socavón había más de 200 funcionarios entre policías, inspectores y personal de la SCT y Sintra, así como elementos del Ejército y de la Policía Federal.
Sin embargo, sólo un tercio de ellos trabajaba para brindar solución. En las laderas de la carretera, y bajo la sombra de árboles, se podía observar a policías federales cubriéndose del sol y en postura de observación.
A la par muchos funcionarios observaban los alrededores del hundimiento mientras las máquinas trabajan a todo lo que daba, aguantando brevemente el sol y el calor, pues solicitaban a sus asistentes botellas de agua que fueron donadas por el hotel Iberostar.
Al final, el hundimiento generó el despliegue del gobierno federal y estatal, mientras trastocaba de manera impactante el flujo del corredor turístico más importante del país.