La embajadora de Estados Unidos ante Naciones Unidas, Samantha Power, elogió este viernes la ayuda desplegada por Cuba en la lucha contra la epidemia del ébola en África Occidental, un asunto que ha provocado cierto deshielo en las relaciones entre los dos países.
Power, que regresó el jueves de un viaje de cuatro días por Guinea, Liberia, y Sierra Leona, se declaró “orgullosa” del trabajo que están desplegando en la región “médicos americanos, europeos y cubanos, metidos tantas horas en esos trajes que son como hornos”.
La diplomática, durante un encuentro organizado por la agencia Reuters este viernes en Nueva York, hizo otras menciones significativas a la isla. “Estamos muy agradecidos a Cuba, que ya tiene a 265 médicos en la zona, a los que sumará otros 200. Aunque no es un esfuerzo integrado, estamos trabajando hombro con hombro”.
El régimen de La Habana es uno de los pocos países que, en opinión de Power, hacen mucho, en contraste con muchos otros que, denunció, hacen muy poco. En La Habana, el ministro de Asuntos Exteriores británico, Hugo Swire, elogió también el esfuerzo del régimen castrista en la primera visita de alto nivel a la isla del Reino Unido en una década.
La diplomacia se vehicula en ocasiones por los caminos más inesperados. Si el ping pong ayudó a desbloquear las relaciones con China o la buena sintonía personal entre Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov hizo lo propio con la Unión Soviética tras décadas de guerra fría, el ébola se ha convertido en una magnífica excusa para acercarse a La Habana.
Las palabras de Power llegan 24 horas después de que una delegación estadounidense participara en una reunión técnica contra el ébola celebrada en la capital cubana, convocada por los países integrantes de la Alianza Bolivariana de los Pueblos de América (ALBA).
“Esta es una emergencia mundial y todos debemos trabajar unidos y cooperar en este esfuerzo. Estamos dispuestos a cooperar con todos los actores que están trabajando en la región para asegurar una respuesta eficiente a nivel mundial contra este virus”, declaró el miércoles en La Habana Nelson Arboleda, director para Centroamérica del Centro de Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC). El pasado 20 de octubre, durante la cumbre extraordinaria de los países de la ALBA, el presidente cubano, Raúl Castro, aseguró estar dispuesto a trabajar “hombro con hombro” con todos los países, “incluyendo a Estados Unidos”. Como respuesta. Washington ofreció toda la ayuda que necesitara la isla en caso de que se produjera algún contagio.
Llama la atención que a ese mismo encuentro en la isla acudiera, junto con 253 representantes de 32 naciones, el ministro de Asuntos Exteriores británico, Hugo Swire. Según una nota distribuida este viernes por la misión británica ante Naciones Unidas, Swire declaró: “Ha pasado demasiado tiempo desde que un ministro del Reino Unido ha visitado Cuba. Aunque naturalmente tenemos nuestras diferencias, trabajamos juntos allí donde podemos, incluida la respuesta al ébola, en la que Cuba está jugando un papel vital”.
Al igual que Power, Swire se mostró “orgulloso” de trabajar junto a Cuba “en una causa tan importante”. El ministro británico, que estará en la isla hasta mañana sábado, tenía previsto un encuentro con Mariela Castro, activista por los derechos de los homosexuales, lesbiano, bisexual y transexual en Cuba, así como con el cardenal católico Jaime Ortega.
Por otro lado, la embajadora Power deberá someterse a dos controles diarios de temperatura e informar de ellos al Departamento de Salud de Nueva York durante los próximos 20 días tras su viaje por África Occidental.
La medida responde al protocolo de seguridad definido por el CDC, un asunto que enfrentó a la Casa Blanca con los Gobernadores de Nueva York, Andrew Cuomo (demócrata), y Nueva Jersey, Chris Christie (republicano), quienes unilateralmente fueron más allá y ordenaron cuarentenas obligatorias y aisladas para el personal sanitario procedente de Guinea, Sierra Leona y Liberia.