Ciudad de México, 16 de febrero.– “Pon la cabeza en mi pecho. Saca la lengüita”, le dijo el sacerdote Fernando Karadima Fariña, conocido como El Marcial Maciel chileno, a Juan Carlos Cruz Chellew. “Yo la sequé y puso su lengua en mi lengua y me empezó a toquetear”.
Así empezó un largo camino de tortura y sufrimiento para Juan Carlos Cruz Chellew, autor del libro El fin de la inocencia. Cruz estuvo en México junto a otras víctimas de abuso sexual de sacerdotes. Denunció la “hipocresía y simulación del Papa Francisco” sobre la llamada “tolerancia cero” para los sacerdotes pederastas:
“El Papa dice cosas muy buenas, pero hace todo lo contrario para que las víctimas tengamos acceso a la justicia civil. Nos revictimiza porque premia a los abusadores y encubridores nombrándolos cardenales y obispos”.
Juan Carlos sigue siendo católico y estará al lado de José Barba, víctima del sacerdote Marcial Maciel; Joaquín Aguilar, víctima del sacerdote Nicolás Aguilar; Jesús Romero Colín, víctima del sacerdote Carlos López; junto a Julieta Añazco de Argentina –vía Internet– y las víctimas del ex nuncio apostólico de El Vaticano en República Dominicana, Josef Wesolowski.
Todos ellos encabezados por Alberto Athié, luchador incansable y comprometido a favor de las víctimas de abusos sexuales de sacerdotes. Las víctimas reunidas hoy tienen en común algo muy importante: ninguna ha tenido acceso a la justicia, ni a la reparación. Al contrario: han sufrido primero la indiferencia y después el descrédito de las jerarquías católicas de sus países e, incluso, la persecución y finalmente la endémica impunidad.