Felipe Carrillo Puerto, Q. Roo.— La violencia vuelve a golpear con fuerza al sur del estado. Durante la madrugada del viernes, un comando armado irrumpió en una vivienda del poblado de Tihosuco, municipio de Felipe Carrillo Puerto, y secuestró a dos jóvenes hermanos, en un hecho que refleja el incremento de los levantones atribuidos a un grupo delictivo que ha asentado sus operaciones en esta región de Quintana Roo.
De acuerdo con los primeros reportes, el ataque ocurrió alrededor de las 00:05 horas, cuando al menos cinco sujetos armados con rifles de asalto ingresaron violentamente al domicilio de la familia, sometiendo a los presentes. En la casa se encontraban la madre de los jóvenes, dos menores de edad —uno de meses de nacido y otro de dos años—, además de las víctimas, de 19 y 24 años, quienes fueron sacados a la fuerza y subidos a una camioneta blanca en la que el grupo armado se dio a la fuga con rumbo desconocido.
La madre de los afectados, en medio del pánico, pidió auxilio a las autoridades, lo que derivó en un operativo de búsqueda y localización por parte de fuerzas estatales y federales. Sin embargo, hasta el cierre de esta edición, no se tiene rastro de los jóvenes ni de sus captores.
Fuentes extraoficiales señalan que este hecho forma parte de una cadena de levantones y desapariciones registrados en los últimos días en comunidades del sur del estado, como Juan Sarabia, Subteniente López y Sacxán, donde se presume opera un cártel delictivo con base territorial en la zona, que ha impuesto su ley mediante amenazas, extorsiones y secuestros.
El caso de Tihosuco incrementa la preocupación entre los habitantes, quienes viven con miedo ante la ausencia de presencia policial efectiva y la aparente indiferencia institucional frente a los hechos de violencia que se repiten sin consecuencias.
La Fiscalía General del Estado confirmó la apertura de una carpeta de investigación por la privación ilegal de la libertad y mantiene coordinación con fuerzas federales para intentar dar con el paradero de las víctimas.
Mientras tanto, el clima de tensión crece en la zona maya de Quintana Roo, donde las comunidades rurales parecen quedar a merced de los grupos criminales que han encontrado refugio y control en territorios abandonados por las autoridades.




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