El Rebaño demostró un poco de dignidad y derrotó a los Pumas en el último duelo del Omilife en el torneo, mientras que los universitarios hicieron historia con el torneo corto menos productivo.
Guadalajara.- Es apenas la segunda victoria del torneo para Chivas. Una campaña mediocre. El riesgo de la tabla porcentual cada vez más cerca. El 1-0 sobre Pumas no es suficiente para olvidar. La afición explota cerca del minuto 90. Las mantas son una amenaza clara. “Se van o mueren”, “Antes del descenso conocerían el panteón”, se puede leer en la tribuna oriente.
Guadalajara está cada vez más cerca del descenso. Tiene dos semestres sin calificar a la Liguilla. Un club con pasado grande y presente chico. Los seguidores no pueden más. Exigen, a su manera, soluciones a este pésimo andar de un plantel que arrastra el prestigio de la institución. Es el triste epílogo de una campaña para el olvido.
En un duelo de grandes, se esperan acciones sorprendentes dentro del terreno de juego. Pero la primera de ellas se da fuera de él. Juan Carlos Ortega, técnico del Rebaño Sagrado, toma por fin valor para sacudir un poco a su plantel. Luis Ernesto Michel va a la banca. Su lugar en el arco lo ocupa el campeón olímpico Antonio Rodríguez.
Guadalajara, que no ha hecho gran cosa en los primeros minutos, tiene un golpe de suerte. Abraham Coronado, por el costado, intenta un disparo raso que sale a los pies de Aldo de Nigris. El control del delantero no es bueno. La redonda sale elevada, dentro del área. Efraín Velarde no puede despejar. Rafael Márquez Lugo aparece para mandarla a las redes. Gol del Guadalajara, al ’12.
Y si Chivas es un caso preocupante, Pumas no se queda atrás. Por algo son dos de los peores equipos en la actual campaña. La UNAM tiene muy poca capacidad de respuesta cuando se ve abajo en el marcador. Los disparos lejanos de Javier Cortés (’17 y ’20) no son suficientes.
Para el complemento, se espera una reacción importante por parte de los visitantes. No es así. Este es un puma sin garras. El cuadro de José Luis Trejo ofrece pocas variantes. Luis García, tras una larga conducción, manda un zurdazo potente. Antonio Rodríguez ya nada puede hacer. La pelota estremece el travesaño y abandona el campo, al ’61.
Al minuto 90, aficionados en la tribuna alta oriente, aparecen en escena. El movimiento es inteligente. Premeditado. Razonado. Se colocan justo frente a donde toda la prensa habrá de verlos. Sacan pancartas que han logrado superar los filtros de seguridad que tiene el Estadio Omnilife. Hay mensajes de amenaza. Intimidan a sus propios futbolistas. Las leyendas que se leen son de preocupar.
“Se van o mueren”, “Antes del descenso conocerían el panteón”, “Con la historia no se juega”, “Lárgate Vergara” y “Ya basta” se puede leer. La afición del Rebaño Sagrado ha explotado. No puede más con el pésimo paso del equipo. Las mantas se quedan colgadas en lo más alto de la tribuna, hasta que son retiradas por personal de seguridad.
El silbatazo final ofrece a Chivas apenas su segunda victoria de una triste campaña. Un triunfo bajo amenazas de su propia afición, que en la despedida como local no perdona y tampoco olvida el pésimo torneo de su club.
(Vanguardia)