A pesar de la peligrosidad, riesgo latente y complicación social que significa la cárcel de Cancún, el gobierno federal y estatal no han establecido una solución para un problema que se agrava día a día.
Y es que la cárcel de Cancún no sólo es un bastión del crimen, sino que ahora también se ha convertido en una escuela del delito, donde se aprende a delinquir en varios niveles y facetas.
La cárcel de Cancún se convirtió desde el 2014 en Centro de Reinserción Social (Cereso), sin contar con la infraestructura suficiente para albergar a mil 830 reos registrados hasta el primero de diciembre pasado y tan solo unos 50 custodios están encargados de su vigilancia en el interior, porque las bardas perimetrales y el acceso principal de la prisión están a cargo de elementos de la Policía Estatal Preventiva.
Después de varias riñas masivas, entre presos, el entonces secretario estatal de Seguridad Pública, Juan Pedro Mercader anunció en el mes de octubre del 2015 que estaban programados siete millones de pesos para la construcción de una segunda barda perimetral dentro de la prisión, la cual fue terminada en los primeros meses del 2016.
El problema es grave y las cifras son ya chocantes y reflejo de la simulación gubernamental. El Centro de Reinserción Social de Cancún se encuentra a punto de reventar, con una población de mil 800 internos, lo que representa el doble de su capacidad, en unas instalaciones que resultan obsoletas y antiguas.
De esta manera, el problema de hacinamiento es bastante grave en la prisión, con una sobrepoblación del 100 por ciento y esta situación ha prevalecido durante varios años.
Los encargados de la seguridad de la cárcel, en diferentes momentos, han señalado que la única solución es la consolidación del proyecto para continuar la construcción del Cereso en un terreno cerca del poblado de Leona Vicario, en la carretera libre hacia Mérida, en una obra que se encuentra abandonada.
Y es que la sobrepoblación ha generado constantes riñas y hasta fugas de reos. Debido al grave hacinamiento, de 10 a 12 reos ocupan una misma celda y pasan las noches por medio de colgar hamacas unas sobre otras y algunos duermen prácticamente en el piso, según las versiones de algunos familiares.
Los reos de la cárcel de Cancún tienen acceso a prácticamente cualquier cosa. Por lo general, lo más solicitado son las drogas, pero también las bebidas embriagantes, celulares, masajes y sexo servicios. Para esto, han recurrido a diversas estrategias para introducir lo que necesitan, en algunas ocasiones haciendo uso de su ingenio y en otros casos, existe la sospecha de la complicidad de algunos custodios.
Así, las bardas de la prisión no han servido para aislar a los internos, pues no sólo las han brincado para darse a la fuga, sino que además tampoco han servido para frenar la entrada desmedida de drogas, principalmente de cocaína y marihuana.
Celdas de papel
Los recursos para mejorar las instalaciones de la Cárcel de Cancún han resultado insuficientes y las recientes inversiones fueron utilizadas para las construcciones de una barda perimetral en el interior y de nuevas celdas para la sección femenil, en medio de un grave problema de sobrepoblación, riñas y fugas de reos.
En el mes octubre del 2015 se inició la construcción de una barda perimetral dentro de la prisión, para dividir la sección “I” y el área conocida como “El Cuadro”, por los constantes pleitos entre internos de ambos lados, pues anteriormente había una malla ciclónica que los separaba y esta era derribada con facilidad.
Sin embargo, los recursos inyectados en un edificio deteriorado y que ya resulta obsoleto, no han servido de mucho para controlar a reos de alta peligrosidad, relacionados principalmente con grupos del narcotráfico, porque otro de los graves problemas de la prisión es la carencia de personal de vigilancia.
Dentro de los recursos asignados a la cárcel de Cancún aparecen un millón 500 mil pesos para el rubro de obra pública en el 2015, para el Mejoramiento del Centro de Reinserción Social, con el objetivo de contar con unas instalaciones adecuadas para el desempeño laboral.
Proyecto de nueva cárcel sepultado el “gobierno del cambio”
El proyecto de construir un nuevo penal en Cancún para terminar con los problemas de sobrepoblación y zozobra de vecinos en la zona de la actual cárcel de Cancún cada vez que ocurre un motín o enfrentamiento entre reos, quedó sepultado por la falta de presupuesto.
Lo anterior se debe a que dentro del presupuesto para el 2017, en materia de seguridad, no está contemplada la obra que desde hace dos años ha propuesto el gobierno estatal.
Además, el nuevo gobierno de Carlos Joaquín González ni siquiera ha tocado el tema, a pesar de que la nueva cárcel que necesita Cancún, en calidad de urgente, no tiene fecha de creación.
El llamado “Gobierno del cambio” decidió sepultar el proyecto porque no tiene interés en el mismo. En su presupuesto de seguridad para el 2016 no contempló en ningún momento el problema de las cárceles en Quintana Roo.
Más aún, únicamente presupuestó los gastos corrientes de los penales. De ahí en fuera el gobierno no insistió tampoco ante la federación para solucionar el problema que tiene un lastre considerable.
La anterior administración estatal a través de la Secretaría de Gobernación insistió en tres ocasiones para que se diera el proyecto, sin embargo, tampoco obtuvo resultados.
En el caso particular del penal de Cancún, la Comisión de Derechos Humanos hizo tres recomendaciones tanto en el 2015 como en el 2016: dotar de personal médico a esta cárcel para atender a la población penitenciaria, acabar con privilegios de que gozan los internos y solucionar los problemas de sobrepoblación, donde las autoridades manifestaron que esta última no podrá ser atendida en este año ya que existe una población de dos mil internos, cuando la capacidad del mismo es para 800, además de que 55% se encuentra en espera de sentencia, así como de presuntos delincuentes que han recurrido al amparo para no ser trasladados a otras cárceles.