Ciudad de México.— Con un grito de hartazgo y el rugir de miles de motores detenidos, transportistas y campesinos de todo el país desataron este lunes un megabloqueo que paralizó carreteras federales, autopistas y accesos estratégicos a la Ciudad de México. La protesta, que abarca más de veinte estados, exhibe el profundo malestar de dos sectores que acusan abandono, inseguridad y extorsiones en las vías.
La movilización fue convocada por agrupaciones de transporte y organizaciones campesinas que decidieron frenar el movimiento de mercancías y bloquear los principales corredores logísticos del país. Desde las primeras horas del día, autopistas como la México–Querétaro, México–Toluca, México–Puebla, México–Pachuca y México–Cuernavaca se vieron repletas de camiones estacionados, banderas y pancartas que reclaman “seguridad y respeto para quienes mueven a México”.
Los líderes del movimiento aseguran que el paro nacional es una medida desesperada ante el aumento de asaltos, secuestros y cobros ilegales en carreteras, algunos presuntamente cometidos por elementos de la Guardia Nacional o autoridades locales. “Nos roban en las carreteras, nos extorsionan en los retenes y el gobierno no escucha”, señalaron los transportistas, quienes además exigen la eliminación de cuotas abusivas y trámites burocráticos que afectan su labor diaria.
Los productores agrícolas, sumados al movimiento, reclaman precios justos para sus cosechas, el pago de adeudos y la revisión de la nueva Ley de Aguas, que consideran lesiona sus derechos sobre los pozos y concesiones. Desde Sinaloa hasta Chiapas, y del Bajío al norte del país, miles de campesinos se unieron a la jornada con el lema: “Sin campo no hay país”.
El impacto económico es inmediato: el tránsito de alimentos, insumos industriales y productos de exportación quedó bloqueado en múltiples puntos. En la frontera norte, los cierres alcanzaron accesos a puentes internacionales, complicando el intercambio comercial con Estados Unidos.
Desde la Secretaría de Gobernación se lanzó un llamado al diálogo y se recordó que el bloqueo de vías federales constituye un delito. No obstante, los líderes del movimiento respondieron que “sin soluciones concretas no habrá negociación”.
El megabloqueo nacional se convirtió en el mensaje más contundente al gobierno federal en lo que va del año. Más que una protesta logística, es un desafío político que evidencia la fragilidad del control en carreteras, el desgaste de la confianza institucional y la urgencia de políticas reales de seguridad.
México amaneció inmovilizado, y con ello, el reclamo de miles de trabajadores del volante y del campo resonó con fuerza en todo el país: “Ya no más abandono, ya no más miedo en las carreteras.”



