Cozumel. – Las imágenes del saqueo a la tienda de la guarnición militar de la Sedena en Cozumel han dado la vuelta al país y al mundo, pero no por un motivo digno de orgullo, sino como un triste retrato del mal actuar ciudadano en medio de la crisis que atraviesa la isla.
En las fotografías más compartidas en plataformas digitales se observa a jóvenes sonrientes cargando con cervezas, cajas y diversos productos, celebrando como si se tratara de un trofeo, cuando en realidad se trató de un acto delictivo cometido a plena luz del día. Una mujer, incluso, aparece con una escoba en mano y otros artículos, posando con la misma alegría que quien presume un logro, sin reparar en que lo que exhibe es una falta grave.
La fama equivocada
“Bravo muchachos, consiguieron sus cinco minutos de fama”, comentaron irónicamente usuarios de redes sociales, señalando que la viralidad alcanzada no proviene de un gesto solidario ni de un mérito personal, sino del saqueo y el despojo. La burla se mezcló con indignación, pues mientras la comunidad exige justicia por hechos graves ocurridos en la isla, otros encontraron en la confusión el pretexto para delinquir.
El impacto en la imagen social
La viralización de estas imágenes no solo exhibe a quienes participaron directamente, sino que también afecta la reputación de la ciudadanía cozumeleña. Lo que debió ser una muestra de unidad y protesta legítima contra la impunidad, terminó opacado por escenas de rapiña que empañan las causas sociales y restan fuerza a la exigencia colectiva.
Pena ajena colectiva
La “pena ajena” expresada en cientos de comentarios refleja el sentir de quienes ven con tristeza cómo algunos reducen la lucha ciudadana a un espectáculo de desorden y robo. La protesta social pierde legitimidad cuando se convierte en escenario de vandalismo disfrazado de resistencia.
El saqueo en Cozumel deja en claro que no solo las autoridades tienen cuentas pendientes: también la sociedad debe asumir su responsabilidad. Porque la dignidad no se gana con cervezas bajo el brazo ni con escobas robadas frente a una cámara, sino con la conducta honesta y la exigencia justa de derechos que pertenecen a todos.



