Tulum, Quintana Roo. El boom inmobiliario que prometía convertir al municipio en un paraíso de inversión y lujo hoy se revela como un entramado de fraudes, obras fantasmas y compradores extranjeros defraudados. Detrás de los proyectos con nombres idílicos se esconde un esquema repetido: preventas sin permisos, desarrollos sin cimientos y capitales evaporados.
Durante los últimos meses, decenas de extranjeros han denunciado que pagaron departamentos en proyectos que jamás se construyeron. La autoridad estatal confirmó la existencia de más de veinte desarrollos sin permisos estatales o municipales, entre ellos Luna Sanctuary, Santuario Uh May, Uxcan Tulum Bamboo Villas, Viventum, Selvadentro, Ulumi, Rosela Tulum, Trebola, Zool, Xeelenja y Cibelia. Comprar o prometer compra en esos sitios implica un riesgo real de pérdida patrimonial.
El caso más emblemático es el de Akela o Solemn, un conglomerado que captó millones de dólares con la promesa de amenidades de lujo y altos retornos. Hoy, sus proyectos están detenidos, algunos socios desaparecieron y otros fueron hallados muertos. Lo que parecía un símbolo del progreso turístico de Tulum se transformó en una advertencia para inversionistas de todo el mundo.
Las clausuras federales en zonas de playa se multiplicaron por carecer de licencias ambientales, aunque algunas constructoras reincidieron tras pagar multas. La presidenta Claudia Sheinbaum reconoció públicamente la gravedad del problema y pidió a Sedatu coordinarse con la autoridad estatal para investigar la venta ilegal de predios nacionales usados en operaciones privadas.
El problema tiene raíces más profundas. Hay permisología laxa, instituciones incapaces de frenar obras irregulares y compradores en desventaja jurídica. Los fraudes no solo afectan al inversionista extranjero: también distorsionan el desarrollo urbano y dejan cicatrices en ecosistemas costeros y selváticos.
Expertos advierten que el mercado inmobiliario de Tulum ya muestra síntomas de saturación. La sobreoferta de departamentos tipo estudio y la desconfianza del comprador reducen la velocidad de venta y derrumban las expectativas de rentabilidad.
Las recomendaciones son claras: verificar permisos ante las autoridades locales, no entregar anticipos sin fideicomiso o cuentas de garantía, exigir contratos bilingües con penalidades y acudir siempre ante notario para comprobar la legalidad del predio. En este escenario, la ilusión del paraíso caribeño tiene una advertencia que suena cada vez más fuerte: no todo lo que brilla en Tulum es inversión, y el costo de la ingenuidad puede ser devastador.
Por La Palabra del Caribe. Tulum, Quintana Roo. El boom inmobiliario que prometía convertir al municipio en un paraíso de inversión y lujo hoy se revela como un entramado de fraudes, obras fantasmas y compradores extranjeros defraudados. Detrás de los proyectos con nombres idílicos se esconde un esquema repetido: preventas sin permisos, desarrollos sin cimientos y capitales evaporados.
Durante los últimos meses, decenas de extranjeros han denunciado que pagaron departamentos en proyectos que jamás se construyeron. La autoridad estatal confirmó la existencia de más de veinte desarrollos sin permisos estatales o municipales, entre ellos Luna Sanctuary, Santuario Uh May, Uxcan Tulum Bamboo Villas, Viventum, Selvadentro, Ulumi, Rosela Tulum, Trebola, Zool, Xeelenja y Cibelia. Comprar o prometer compra en esos sitios implica un riesgo real de pérdida patrimonial.
El caso más emblemático es el de Akela o Solemn, un conglomerado que captó millones de dólares con la promesa de amenidades de lujo y altos retornos. Hoy, sus proyectos están detenidos, algunos socios desaparecieron y otros fueron hallados muertos. Lo que parecía un símbolo del progreso turístico de Tulum se transformó en una advertencia para inversionistas de todo el mundo.
Las clausuras federales en zonas de playa se multiplicaron por carecer de licencias ambientales, aunque algunas constructoras reincidieron tras pagar multas. La presidenta Claudia Sheinbaum reconoció públicamente la gravedad del problema y pidió a Sedatu coordinarse con la autoridad estatal para investigar la venta ilegal de predios nacionales usados en operaciones privadas.
El problema tiene raíces más profundas. Hay permisología laxa, instituciones incapaces de frenar obras irregulares y compradores en desventaja jurídica. Los fraudes no solo afectan al inversionista extranjero: también distorsionan el desarrollo urbano y dejan cicatrices en ecosistemas costeros y selváticos.
Expertos advierten que el mercado inmobiliario de Tulum ya muestra síntomas de saturación. La sobreoferta de departamentos tipo estudio y la desconfianza del comprador reducen la velocidad de venta y derrumban las expectativas de rentabilidad.
Las recomendaciones son claras: verificar permisos ante las autoridades locales, no entregar anticipos sin fideicomiso o cuentas de garantía, exigir contratos bilingües con penalidades y acudir siempre ante notario para comprobar la legalidad del predio. En este escenario, la ilusión del paraíso caribeño tiene una advertencia que suena cada vez más fuerte: no todo lo que brilla en Tulum es inversión, y el costo de la ingenuidad puede ser devastador.
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