Basta un instante para hacer un héroe y una vida entera para hacer un hombre de bien. –Paul Brulat, escritor francés.
Si somos mexicanos somos hermanos. Así que hoy te escribo hermano para que nos pongamos a reflexionar en algo. Cuando nació nuestra patria fue porque nuestras diferencias nos separaban, y nos separaban tanto, porque unos se sentían con el derecho real de estar uno por encima del otro. Los peninsulares, los criollos, los mestizos, los indígenas y los negros no se consideraban hermanos, pero los más encontraron en sus diferencias la fortaleza para lograr independizarse de España.
Fundidos en un abrazo nos alzamos como pueblo independiente pero esas diferencias de castas de antaño se transformaron en diferencias políticas. Entre hermanos entró el cuchillo y corrió la sangre y, por casi cien años nos matamos entre nosotros pues había quienes creían que su lógica política era superior a la del otro y por eso debía prevalecer. Fueron esas luchas estúpidas las que lograron que perdiéramos la mitad del territorio, fueron esas luchas y no Santa Anna. Fueron esas luchas las que mataron a Iturbide, las que tuvieron a Juárez huyendo y las que fusilaron a Ocampo.
Así como hoy hay voces que claman que necesitamos un dictador para enderezar el rumbo del país, en aquellos ayeres llegó Don Porfirio pero tras muchos años de gobierno el hartazgo se acumuló y esta vez a balas se reconstruyó la historia de esta patria. Hoy llamamos héroes a quienes pelearon en la revolución. Hoy son compañeros de rotonda, de museo y mausoleo quienes en pleno proceso revolucionario se traicionaron entre hermanos de lucha, se mataron unos a otros para ser la cabeza de una nación que yacía navegando a la deriva. Y allí quedó Madero, allí quedó Villa, allí quedó Zapata y allí quedó Obregón, donde los héroes reposan, bajo tierra.
Los últimos cien años tampoco han sido fáciles, la transición democrática y la vida institucional también tiene sus guerras. Las guerras ideológicas han sido fuertes, tan fuertes que han costado vidas. Una medida gubernamental, un reclamo y una bala, así transcurrió por momentos la historia de México en el siglo XX. Primero abatieron a los cristeros, después a los opositores políticos, en el 68 fueron estudiantes y al final del siglo magnicidios políticos. Así se mostró México, un país donde pensar diferente cuesta la vida, pues tanto te mata un gobierno como un pueblo intolerante.
Hoy veo con escepticismo y tristeza como de nuestra historia poco hemos aprendido. Seguimos peleándonos entre hermanos, nos seguimos matando, colgando y sepultando. Los hermanos que nacimos unidos nos separamos con etiquetas, por un lado los buenos, por otro los malos y por último los desinformados. Sin importar quien esté gobernando ni su ideología o partido, el que gobierna siempre es el malo, los que protestan contra este, se quejan, marchan y se manifiestan siempre serán los buenos y el resto del pueblo, que nos agarren confesados porque sea cual sea a opinión que omitamos si va dirigida al grupo equivocado vamos a ser los desinformados, los ignorantes, los maiceados.
Vamos dejándonos de sandeces y comencemos a entender que en esta tierra brava cabemos todos. Y es que esta patria es laica y esta plural, no por casualidad sino porque ya bastante sangre ha corrido como para que no podamos entender que en esta tierra cabeos todos, criollos, mestizos, indígenas, negros y hasta peninsulares, cabemos centralistas y federalistas, liberales y conservadores, priístas, panistas, perredistas, verdes, movimentistas, encontristas, morenistas y novoalianzistas. Porque la grandeza de esta patria nunca ha sido cómo se impone una ideología a base de balas sobre otras, sino como a pesar de nuestras diferencias seguimos adelante.
Cuando creas que tienes la razón absoluta y el resto te parezca equivocado, duda de tu razonamiento. No hay buenos, tampoco malos, lo que hay son muchos desinformados. Porque no hay mayor sinrazón que querer tener la razón. Porque México es Estado y el Estado es territorio, pueblo y gobierno, todo junto. No somos herederos de la verdad, mucho menos dueños; el pueblo no es ignorante, ni se duerme o se despierta; y el gobierno es tu fiel reflejo. Pues cuando tengamos mejores ciudadanos tendremos un mejor gobierno. Un México mejor no es cuestión de partidos, ni de caudillos o ideologías, es de sentido común.
Sobran las razones para vivir por un país mejor, sobran los motivos para seguir luchando. Mientras nos quede garganta seguiremos gritando, mientras tengamos los puños nos sobrará el valor y siempre que la dignidad siga intacta, habrá una frente apuntando a las estrellas y un corazón que por esta patria jamás dejará de latir.
Esta nación está hecha de sueños, este pueblo es sangre de la sangre derramada por nuestros héroes, esta tierra es cuna de leyendas, estos mares se han cansado de llorar… pues es ingrato vivir para ser un héroe, pero es virtuoso ser hombres y mujeres de bien; el héroe acumula fracasos hasta su momento de gloria y, las mujeres y hombres de bien viven en virtud cada segundo de su vida. Y es que en esta patria todos se apuntan para ser héroes y son los menos los que quieren ser mujeres y hombres de bien, y esos, esos son los que necesita nuestro México. (@TruGMA)