En plena luz del día, bajo el frío techado de una pensión vehicular en la colonia Arenales Tapatíos, el cantante, compositor y líder de Enigma Norteño, Ernesto Barajas, fue brutalmente abatido. Dos sujetos que llegaron en motocicleta desataron una ráfaga de balas que borró su vida en cuestión de segundos. La muerte de Barajas deja al descubierto una trama de amenazas, fama y una vulnerabilidad mortal en el mundo del narcocorrido.
El ataque: directo, brutal y sin piedad
Los agresores no hicieron advertencia alguna. Eran dos hombres en moto; vestían oscuro, se acercaron a la camioneta donde Barajas estaba con un acompañante y abrieron fuego con precisión despiadada. Al menos 15 detonaciones dejaron dos cuerpos sin vida y una mujer herida que fue trasladada a un hospital con una herida de bala en la pierna.
Una vida en corridos y amenazas
Barajas no era solo una voz del regional mexicano: como fundador de Enigma Norteño, su carrera fue construida desde Culiacán, ganando adeptos con narcocorridos que retrataban la vida cotidiana y, también, el crimen. Aunque siempre negó vínculos con organizaciones delictivas, su música lo colocó más de una vez en la mira.
En 2023, ya había sido amenazado con una narcomanta que le exigió cancelar un show, recordándole que en ciertos territorios “la música también tiene dueño”.
El móvil: ¿ajuste de cuentas o mensaje criminal?
La frialdad y precisión del ataque sugieren que Barajas se mantuvo en el punto de mira por mucho tiempo. Su traslado desde Sinaloa, su estilo musical y su presencia mediática podrían haber despertado enemigos poderosos.
Conmoción y zonas oscuras
La música regional se queda sin uno de sus exponentes más populares. Fans, colegas y la industria lamentan una pérdida que hiela la sangre, mientras la Fiscalía de Jalisco enfrenta la tarea de esclarecer un crimen que, por su naturaleza, huele a mensaje del crimen organizado.