En conferencia, el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, reconoció que en el pasado se identificaron casos de autoridades estatales y municipales vinculadas al crimen organizado. Sin embargo, aclaró que no existe evidencia actual que involucre a militares, marinos o funcionarios federales en esas actividades.
Detecciones focalizadas, no infiltraciones masivas
Harfuch explicó que las detenciones se concentraron en policías locales, algunos implicados en homicidios de funcionarios y otros en actividades de protección a grupos criminales. Subrayó que hasta el momento no hay denuncias ni pruebas contra autoridades de nivel federal o integrantes de las Fuerzas Armadas.
Un mensaje tras revelaciones recientes
El reconocimiento llega en un contexto marcado por la presión social y política frente a casos de corrupción y colusión con el narcotráfico. La postura del titular de Seguridad busca marcar una línea clara: admitir las fallas a nivel local y, al mismo tiempo, preservar la legitimidad de las instituciones federales.
Credibilidad y reto institucional
La admisión de Harfuch, aunque puntual, tiene un peso simbólico: reconocer la infiltración de grupos criminales en el ámbito municipal y estatal significa aceptar que las estructuras de seguridad no son impermeables. El reto ahora es doble: mantener la confianza ciudadana y reforzar los mecanismos de control que impidan que las redes delictivas vuelvan a penetrar en las instituciones.
Conclusión. La aceptación de vínculos entre autoridades locales y el crimen organizado no solo abre un debate sobre la vulnerabilidad de las corporaciones, sino que exige una vigilancia más estricta y una respuesta contundente para garantizar que la seguridad pública no se vea comprometida por la corrupción interna.



