Fabiola Cortés; de activista social, a abogada amafiada - La Palabra del Caribe - Periodismo con ética | Noticias de Quintana Roo
  • ¿Quiénes Somos?
  • Contacto
La Palabra del Caribe - Periodismo con ética | Noticias de Quintana Roo
Sin resultados
Ver todos los resultados
  • Quintana Roo
    • Cancún
    • Chetumal
    • Playa del Carmen
    • Tulum
    • Cozumel
    • Isla Mujeres
    • Zona Maya
    • Holbox
  • Nacional
    • Ciudad de México
    • Chiapas
    • Yucatán
    • Coahuila
    • Estado de México
    • Guanajuato
    • Guerrero
    • Oaxaca
    • Tabasco
    • Queretaro
  • Economía
  • Internacional
  • Deportes
    • Futbol
    • Beisbol
    • Futbol Americano
  • Espectáculos
  • Opinión
La Palabra del Caribe - Periodismo con ética | Noticias de Quintana Roo
  • Quintana Roo
    • Cancún
    • Chetumal
    • Playa del Carmen
    • Tulum
    • Cozumel
    • Isla Mujeres
    • Zona Maya
    • Holbox
  • Nacional
    • Ciudad de México
    • Chiapas
    • Yucatán
    • Coahuila
    • Estado de México
    • Guanajuato
    • Guerrero
    • Oaxaca
    • Tabasco
    • Queretaro
  • Economía
  • Internacional
  • Deportes
    • Futbol
    • Beisbol
    • Futbol Americano
  • Espectáculos
  • Opinión
Sin resultados
Ver todos los resultados
La Palabra del Caribe - Periodismo con ética | Noticias de Quintana Roo
Sin resultados
Ver todos los resultados

Fabiola Cortés; de activista social, a abogada amafiada

10 diciembre, 2020
en Política Local
37
VISTAS
Share on FacebookShare on Twitter

Es interesante abrir las publicaciones, en cualquier medio de comunicación, y encontrarse con denuncias que señalan a alguno u otro funcionario público. La cultura de la denuncia se convierte en una constante del salto cualitativo de la sociedad mexicana; son bien vistas y se convierten en bases de la generación de nuevos artículos y columnas.

Pero cuando las denuncias son resultado de un montaje, y buscan especular para obtener un beneficio particular para quien escribe, entonces el asunto se convierte en el instrumento de una infamia y, cuando, para lograr el objetivo convoca a la participación de una o más personas, el asunto es ya mafioso.

Fabiola Cortés Miranda, comunicóloga y abogada se desempeñó tradicionalmente en medios de comunicación y luego como “periodista independiente”, para luego, “convenientemente” fundar la organización “Somos tus Ojos, Transparencia por Quintana Roo”, ello, al inicio de la gestión estatal de Carlos Joaquín González, con todos los beneficios que ello implica.

Intempestivamente, la comunicadora y, hasta entonces, activista social, se divorcia de la administración pública estatal y se enreda en una relación sentimental con un sujeto de nombre, Gustavo Javier Rodríguez González, pero, ¿quién es este “destacado” personaje?
Gustavo Javier Rodríguez González, fue funcionario Público, ex agente de la policía judicial de la otrora Procuraduría General de Justicia del estado, dado de baja por la comisión de presuntos actos de corrupción.

El señor sigue muy activo, tomando atribuciones que no le corresponden, por ejemplo, el 19 de octubre de este año, se le vio acompañar a personal de la Fiscalía General del estado (FGE), durante el acto donde se despojó a un particular de un terreno.


Ese solo hecho, que no quiere decir que haya sido el único, supone la toma de atribuciones de un particular al acompañar y materialmente investirse como funcionario, cuando no lo es.
Y es que, a decir de la propia Fabiola, a partir de este maridaje, “lo suyo, lo suyo, lo suyo, es litigio de casos relativos a propiedades en la Riviera Maya y lugares donde la tierra se cotiza en millones de dólares”.
Es justo con este “destacado ciudadano”, Gustavo Javier Rodríguez González con quien, la ex activista está fraguando este juicio que apunta a la familia de Carlos Joaquín González, ¿con qué objetivo ulterior?, pues sería bueno saberlo y es que, mire usted, resulta que en la última denuncia mediática que hace Fabiola, nos presenta a un propietario, Antonio Manrique Mac, “muy pobre”, a quien “le están despojando de su único patrimonio”, pero mire usted, con base en los documentos que exhibo aquí mismo, resulta que ese señor, no es ningún “pobrecito”.
La suya, es una propiedad de 115 hectáreas y que se denomina “Rancho La Caverna”, de éstas, el señor dividió en 9 predios, de los cuales ya vendió 8.


¿Cree usted que los vendió a centavo el metro cuadrado?, en La Riviera Maya?, pues desde luego que no.

Pero viene la parte del chantaje y de armar una denuncia que, al haber dudas de la forma en que se instrumenta, desde luego quedan dudas también de la autenticidad de lo que se dice; ¿cuál es el objetivo de Fabiola y de su “pareja”?, evidentemente que sólo ellos lo sabrán, pero habrá que indagar más a fondo porque, “somo o no somos”; cuando la actividad de activismo o periodismo se van a la cama con los intereses económicos de los actos legales, algo apesta debajo de las sábanas.

¿No cree usted?

Palabras claves: destacadasFabiola CortesSomos Tus Ojos
Artículo anterior

Premian en Tulum a ganadores del Concurso Textil Chuuy K’kaak

Siguiente artículo

Elíseo Miranda Cruz, Operador de Carlos Mimenza fue detenido junto con un presunto sicario

Somos una empresa de comunicación, integrado por un grupo de colaboradores efectivos, honestos y con ética, enfocados en difundir noticias, acontecimientos e información relevante, verídica y actual de México y el mundo de una manera efectiva seria y llamativa en todo Quintana Roo y el sureste.

  • ¿Quiénes Somos?
  • Contacto

© 2024 La Palabra del Caribe. Todos los derechos reservados.

Sin resultados
Ver todos los resultados
  • Quintana Roo
    • Cancún
    • Chetumal
    • Playa del Carmen
    • Tulum
    • Cozumel
    • Isla Mujeres
    • Zona Maya
    • Holbox
  • Nacional
    • Ciudad de México
    • Chiapas
    • Yucatán
    • Coahuila
    • Estado de México
    • Guanajuato
    • Guerrero
    • Oaxaca
    • Tabasco
    • Queretaro
  • Economía
  • Internacional
  • Deportes
    • Futbol
    • Beisbol
    • Futbol Americano
  • Espectáculos
  • Opinión

© 2022 La Palabra del Caribe - Todos los derechos reservados.