Es curioso, pero cada vez que se acercan los tiempos electorales, surgen los nombres de los políticos de siempre. Quienes ya se mueven aquí en Quintana Roo son: Jesús Pool, Maribel Villegas Canché, Leslie Hendricks, Francisco Lòpez Reyes, Juanita Alonso Marrufo, Luis Protonotario, Arlet Mólgora , Raymundo King de la Rosa, entre otros. A estos obviamente se añaden quienes ya ocupan cargos públicos, como los presidentes municipales, que por vez primera tienen la oportunidad de reelegirse, disque para homologar los tiempos electorales del estado, con los tiempos nacionales; vaya usted a saber cuáles son los intereses reales de estos cambios, que al pueblo sólo le queda observar, porque “no entiende nada de política”.
Se confirma que, al menos en México, estamos gobernados por una clase política plenamente identificada, que sólo se cambian del color del partido que tiene a bien cobijarlos en sus filas, para brindarles la facilidad de seguir usufructuando con los dineros del pueblo.
Lo que los ciudadanos debemos preguntarnos es, ¿qué han hecho a favor de la comunidad al ejercer sus cargos anteriores?, ¿han cumplido con las expectativas que ellos mismos le plantearon a la gente?, porque de no ser así, el castigo debería ser mandarlos al basurero de la historia, pero ¡No! Ahí están, recicle y recicle, haciéndose cada vez más ricos sin que nada ni nadie pueda pararlos. De pronto nos enteramos que son exitosos empresarios y que tienen empresas, hasta en el más recóndito lugar del mundo, allá donde los dueños del planeta tienen sus dineros protegidos en una ciudad de alta plusvalía arrebatada al mismísimo desierto.
Estos personajes se mueven de cargo en cargo y de partido en partido para seguir viviendo del presupuesto público. Ganan sueldos exorbitantes, con canonjías de todo tipo, mientras el pueblo tiene un salario de menos de cien pesos. Nadie le pide cuenta de sus actos y como si fueran unos monarcas absolutos toman decisiones en las que se invierten sumas estratosféricas de dinero y que luego resultan ser un rotundo fracaso (léase Malecón Tajamar, Reclusorio abandonado de Leona Vicario, Auditorio en el bulevar Colosio, etc.). ¿Quién paga por esas malas inversiones? ¿A quién o quienes se les fincan responsabilidades? Bien lo dijo el famoso escritor peruano Mario Vargas Llosa: En México se ejerce una dictadura perfecta. ¿Hasta cuándo seguiremos soportando los ciudadanos de a pie, esta carga plutócrata y burócrata que nos asfixia cada vez más? Tú tienes la palabra, amable lector. Ya no aceptes despensas, no aceptes migajas de dinero por tu voto, no lo cambies por unas láminas, ni por un triciclo, ni por unos cuántos sacos de cemento. Tus hijos te lo agradecerán.
LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS.
La sociedad civil debería proponer una evaluación al término de cada gobierno. De esta manera nos daríamos cuenta si cumplieron o no cumplieron. De no haber cumplido, el gobernante y la secretaría que haya fallado, deberían ser juzgados por daños al patrimonio de la Nación. Sueño despierto, ¿verdad? ¡Hasta la próxima!