El Senado de la República dio hoy un paso decisivo en la transformación judicial al tomar protesta a cerca de **900 personas juzgadoras electas por voto popular**, marcando el inicio formal de una nueva era en el Poder Judicial. La ceremonia, realizada en la Cámara alta, formaliza el cambio institucional impulsado por la reforma judicial aprobada el año pasado.
Una reforma histórica con desafíos evidentes
Esta transición representa el despliegue más ambicioso de renovación del sistema judicial: incluye a nueve ministras y ministros electos de la Suprema Corte, decenas de magistradas y magistrados del Tribunal Electoral, el Tribunal de Disciplina Judicial y cientos de juzgadores de circuito y distrito. El propio Senado reconoció el hecho como el inicio de una “nueva era judicial” que busca fortalecer la legitimidad del sistema.
No obstante, la reforma y su paso por las urnas han provocado preocupación entre académicos y organizaciones civiles, que alertan sobre la posible **erosión de la independencia judicial** dado el fuerte predominio de candidaturas afines al partido en el poder.
Un acto simbólico y pulcro
La toma de protesta se llevó a cabo con protocolos institucionales y solemnidad, con múltiples legisladores presentes, incluida la presidenta del Senado, Laura Itzel Castillo Juárez. El ritual incluyó el llamado nominal de cada juzgador, respuestas de “Sí, protesto” y la entrega simbólica del cargo ante la representación de todas las fuerzas políticas.
Entre legitimidad democrática y política preponderante
Defensores de la reforma aseguran que la elección popular ofrece mayor legitimidad y cercanía con la ciudadanía. En cambio, críticos la consideran una estrategia electoral que puede traducirse en un Poder Judicial sometido políticamente, al coincidir la mayoría de ganadores con el partido oficial.
Lo que viene
A partir de hoy, el nuevo Poder Judicial tendrá la carga de demostrar si este proceso electoral es una puerta hacia una justicia más transparente y cercana o apenas una renovación de culto político. La manera en que estos juzgadores enfrenten casos emblemáticos en los próximos meses será fundamental para validar o cuestionar la reforma judicial.



